Virgin Galactic llevó al borde del espacio a sus primeros turistas el pasado jueves, entre ellos un exatleta olímpico británico que compró su boleto hace 18 años y un dúo de madre e hija procedentes del Caribe.
Tras un breve vuelo en el que los pasajeros disfrutaron de unos minutos de ingravidez, el avión espacial regresó planeando a la pista de aterrizaje del Spaceport America, en el desierto de Nuevo México.
Los familiares y amigos que observaban desde abajo aplaudieron el disparo del motor cohete de la nave, que se desprendió del avión que la había transportado. El cohete alcanzó unos 88 kilómetros (55 millas) de altura.
El primer vuelo de cliente privado se había retrasado durante años; su éxito significa que Virgin Galactic de Richard Branson ahora puede comenzar a ofrecer viajes mensuales, uniéndose a Blue Origin de Jeff Bezos y SpaceX de Elon Musk en el negocio del turismo espacial.
«Eso fue, con mucho, lo más increíble que he hecho en mi vida», dijo Jon Goodwin a la multitud después de su vuelo.
Goodwin, que fue de los primeros en comprar un boleto en 2005, indicó que tenía fe en que algún día haría el viaje. Este exatleta de 80 años -compitió en canotaje en los Juegos Olímpicos de 1972- padece la enfermedad de Parkinson y quiere servir de inspiración a otros.
«Espero que les muestre que estos obstáculos pueden ser el comienzo y no el final de nuevas aventuras», dijo según comunicado.
El precio de los boletos era de 200,000 dólares cuando Goodwin se inscribió. Ahora cuestan 450,000 dólares.
Iba acompañado por la ganadora del sorteo, Keisha Schahaff, de 46 años, entrenadora de salud de Antigua, y su hija, Anastatia Mayers, de 18 años, estudiante de la Universidad Escocesa de Aberdeen. A bordo de la nave también iban dos pilotos de la compañía y el entrenador de astronautas de la empresa.
Fue el séptimo viaje al espacio de Virgin Galactic desde 2018, pero el primero con un pasajero que adquirió un boleto. Branson, fundador de la compañía, subió a bordo para el primer viaje con tripulación completa en 2021. Investigadores militares y gubernamentales italianos se elevaron en junio en el primer vuelo comercial. Cerca de 800 personas están actualmente en la lista de espera de Virgin Galactic, según la empresa.
El cohete de Virgin Galactic se lanza desde un avión, no desde tierra, y requiere dos pilotos en la cabina. Una vez que la nave nodriza alcanza unos 15 kilómetros (50.000 pies) de altura, el avión espacial se suelta y enciende su motor cohete para dar el empujón final hasta algo más de 80 kilómetros (50 millas) de altura. Los pasajeros pueden soltarse de sus asientos, flotar en la cabina durante unos minutos y disfrutar de unas vistas panorámicas de la Tierra, antes de que el avión espacial planee de vuelta a casa y aterrice en una pista.
En cambio, las cápsulas de SpaceX y Blue Origin están totalmente automatizadas y descienden en paracaídas.