El crecimiento del turismo impulsa de manera directa el aumento de la población en la provincia La Altagracia, que se sitúa ahora como la quinta en el país superando a Puerto Plata y La Vega en número de habitantes entre el censo de 2010 y el de 2022.
La Altagracia pasó de 273,210 a 446,060 habitantes en 2022 para un incremento de 172,850 personas, en términos porcentuales un crecimiento de un 63% entre ambos censos.
En esos doce años, el Aeropuerto Internacional de Punta Cana pasó de recibir 2,011,392 extranjeros no residentes a 4,028,452, y el total de los no residentes, de 2,017,743 a 4,123,425 en 2022, duplicando el número de pasajeros, mientras que el total de habitaciones pasó de 34,000 en 2010 a cerca de 52,000 en 2022.
De las 16,000 nuevas habitaciones autorizadas o en proceso de construcción el 60% corresponden a esa demarcación, por lo que en los próximos años se adicionarán más de 9,000 nuevas habitaciones hoteleras.
En dicho caso, el crecimiento de la población no está relacionado directamente con la tasa de natalidad, que se redujo en el periodo intercensal, colocándose ahora en 1.10%, en todo el país, sino esencialmente en la movilidad de personas que se trasladan a esa provincia en busca de empleos, según Listín Diario.
El sector turismo es el principal motor que incluye al personal que labora en hoteles, touroperadores, oferta complementaria, taxis y motoconchos, así como en la pujante industria de la construcción de la zona, en donde se construyen nuevos hoteles y proyectos inmobiliarios de manera constante.
Un fenómeno similar, aunque en mayor proporción, al que vivió Puerto Plata en la década de los 80 y principios de los noventa cuando se produjo el gran desarrollo turístico hotelero de la zona. Sin embargo, esta provincia, que en 2010, tenia 321,597 habitantes, es decir 48,387 más que La Altagracia, tiene ahora 338,354 habitantes, lo que representa 107,70 menos que La Altagracia con sus 446,060 actuales.
El nivel de crecimiento de la infraestructura hotelera y de la población de la provincia La Altagracia implica un impacto significativo en el crecimiento en la demanda de servicios, por lo que se requiere un crecimiento acorde en la oferta de agua potable, enérgica eléctrica y otros servicios básicos para hacer frente al incremento de la demanda que se prevé para los próximos años.