Cuando se supo que el ministro de Turismo viajaba a Pedernales para recibir el segundo crucero que llegaba a Cabo Rojo, más de uno exclamó un oh inevitable. ¡Collado en Pedernales! Eso sí que es noticia. Pues sí. Algo que no debería ser noticioso, la presencia de un ministro de Turismo en un destino promovido por el Gobierno, lo fue. Qué cosas pasan en la patria de Duarte.
Porque Collado, con Freund o sin Freund, ha de estar presente en los hitos del turismo de República Dominicana, y este de la arribada a puerto de Pedernales del segundo crucero sin duda lo era. No es un hito mayor, como sí lo fue el primero, pero sí destacable para la puesta en marcha de un gran proyecto impulsado por Abinader.
El ministro de Turismo tiene que visitar a menudo Pedernales como en breve debería hacerlo con Punta Bergantín. Pedernales necesita el apoyo de Collado como lo necesitará Punta Bergantín, y todos los auspiciados por un Gobierno del que él forma parte. Igualmente con todos los destinos privados, tal cual el que se está promoviendo en Puntarena, en Baní, y que está quedando muy lindo, bien planificado y tan próximo a la capital.
Collado no ha de hacer distingos, tiene que estar presente en el Este, en Samaná, en el Sur y en todos los lugares turísticos del país, maduros o por desarrollar. Por encima de filias y de fobias, de propuestas estatales o privadas. En todos los sitios relevantes donde un ministro ha de acudir por su condición intrínseca, totalmente al margen de egos. No ha de ser noticia que Collado vaya a Pedernales. No debería serlo…