Es una escena sorprendente. Tara Reade, de 59 años, está dando una conferencia de prensa en directo en la televisión rusa. Sostiene que en 1993 Joe Biden la agredió sexualmente en el Capitolio. Estas acusaciones, nunca corroboradas por la más mínima prueba, no dieron lugar a un juicio. Nunca lo habrá, porque Tara Reade va a solicitar la nacionalidad rusa.
Dice que había llegado a Moscú simplemente como turista, pero que se había sentido «segura por primera vez en mucho tiempo». Añade que temía por su integridad en su país y cuenta que incluso el representante electo trumpista de Florida, Matt Gaetz, le dijo que no podía garantizar su seguridad en su propio país.
A su lado, porque la acompaña y de hecho la apoya, está María Boutina, conocida por haber cumplido condena en Estados Unidos por espionaje. Reconoció ser una agente rusa, infiltrada en la NRA, el lobby pro-armas en particular, para acercarse a los círculos ultraconservadores y establecer relaciones con la campaña de Donald Trump. Fue bajo el mandato del expresidente cuando fue deportada a su país de origen.
En 2021, se convirtió en diputada de la Duma, el parlamento ruso, del partido del presidente Vladimir Putin. Fue ella quien dio la bienvenida a Tara Reade a su nuevo país. La estadounidense insiste en que ha sido acusada injustamente de ser una agente de Rusia, pero eso no le impedirá hacer todo lo que esté en su mano para ser una “buena ciudadana”.