En Chile, rechazaron en un plebiscito una nueva Constitución, diferente a la actual que fue legada por la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
Guillermo Hoffmann, consultor y analista político chileno, explicó algunas de las razones de porqué fue rechazada una nueva Constitución en Chile.
Mucho ruido y muchos temas
Hoffmann, quien habló en declaraciones a CNN en español, dice que si bien hay un apoyo transversal a la Constitución propuesta en materia de derechos sociales y que está claro que el Estado deba garantizarlos, hubo ruido sobre cómo fue propuesta esta nueva carta en relación al plebiscito.
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“Si alguien demandaba temas ambientales, eso entraba; si alguien exigía regionalización, eso entraba; si alguien exigía más poder para los grupos indígenas, eso entraba», explicó Funk.
La Constitución propuesta en Chile , que contó con el apoyo del presidente izquierdista Gabriel Boric, incluía 388 artículos que habrían ampliado significativamente los derechos sociales, aumentado la regulación ambiental y otorgado al gobierno una mayor responsabilidad en los programas de bienestar social. También habría brindado plena paridad de género y agregado puestos designados para representantes indígenas.
Pero todo estaba incluído allí. Todo.
Y si bien los chilenos quieren un cambio, desean que sea uno organizado.
¿Mucho poder para el Estado?
«(Se propuso) un estado muy potente en términos de atribuciones y todo lo que son los autogobiernos a nivel comunal, regional, la plurinacionalidad, la manera en que se colocan dos sistemas y se colocaban los sistemas judiciales en forma simultánea para distintas personas dentro de Chile, y una serie de otros errores de esa naturaleza donde no se definía ni la propiedad privada ni se establecía un modelo económico para el país», dijo Hoffman mencionando algunos puntos de por qué prevaleció el rechazo.
«Mucha gente consideró que era necesario buscar una solución y no cualquier solución», agregó. «Y es evidente que muchos temas que estaban acá se van a volver a discutir, pero no se van a resolver en la forma que se ha propuesto en el plebiscito».
La forma, no el fondo
Para José Viácava, profesor de la facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, en Santiago, el resultado de este domingo tiene que ver más con la manera y el proceso con que se planteó la nueva Constitución, más que con el proceso mismo de reformarla.
El académico señala algunos puntos más polémicos de este cambio como por ejemplo lo concerniente a la «plurinacionalidad», que planteaba la posibilidad de que Chile estuviera constituido como una serie de grupos y «no un reconocimiento único a lo que es la nación chilena».
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También se desconoce en este texto un sistema político tradicional, dice Viácava, con una propuesta de «un bicameralismo asimétrico» y un «Senado inexistente» en el texto rechazado.
El plebiscito, agregó Viácava, fue no solo contra la constitución propuesta, sino también a la propia Asamblea Constituyente.
«Creo que aquí también hay una autocrítica importante que los integrantes de este órgano que trabajó durante este año», dijo Viácava. «También habrá que revisar en los términos del funcionamiento de cómo lo comunicaron y finalmente qué es lo que terminaron por entregar, no solo como texto y contenido, sino también como forma y mensaje».
Guerra avisada no mata soldado y si lo mata es…
El cambio propuesto se inició en 2020 cuando el entonces presidente Sebastián Piñera convocó un referéndum para crear una nueva Constitución en medio de la agitación social y el descontento popular provocado por un aumento de la tarifa del metro en octubre de 2019.
En octubre de 2020, más del 78% de los votantes chilenos aprobaron un plebiscito que proponía un cambio constitucional y en junio de 2021 volvieron a emitir su voto para elegir a los integrantes de una asamblea constituyente.
Después de mucha deliberación, el borrador final de la constitución revisada fue presentado al presidente Gabriel Boric, en julio de este año.
Pero aunque la mayoría de los votantes chilenos apoyaron la idea del cambio constitucional en octubre de 2020, aparecieron divisiones sobre el borrador propuesto.
Poco tiempo después de que se hizo público el borrador, diferentes encuestas comenzaron a mostrar una tendencia creciente hacia el rechazo, y el gobierno reconoció públicamente ese escenario.
La constitución derrotada habría sido una de las más progresistas del mundo, dando al estado un papel de primera línea en la provisión de derechos sociales.
El borrador ponía un fuerte énfasis en la autodeterminación indígena y en la protección del medio ambiente, y habría desmantelado el sistema de derechos de agua altamente privatizado. También, habría exigido la igualdad de género en todas las instituciones públicas y empresas, y consagrado el respeto a la diversidad sexual. Además, preveía un nuevo sistema nacional de salud.
Y el proyecto se volvió amargamente divisivo.
La derecha argumentó que el borrador desplazaría al país demasiado hacia la izquierda, o que era demasiado ambicioso y difícil de convertir en leyes eficientes. En el período previo a la votación, incluso algunos de sus partidarios de izquierda querían que se hicieran ajustes, con su lema «aprobar la reforma».
De hecho, antes de la votación del 4 de septiembre, los partidarios del no pedían un enfoque más hacia abordar el sistema político de Chile.
«Lamentablemente creemos que el texto propuesto por la convención constitucional, pese a avances muy importantes que tiene… no soluciona el problema central que tiene Chile hoy en día que es el bloqueo de su sistema político», dijo a CNN Chile, afiliada de CNN, Javiera Parada, vocera del movimiento “Una que nos Una”, a finales de julio.
«Entonces el foco por lo menos de Una que nos Una va a ser insistir en que para avanzar en estos principios tan importantes, se requiere un buen sistema político y eso no lo entrega el texto», agregó Parada.