Cuando el primer ministro de Haití, Ariel Henry, llenó el vacío que dejó el asesinato del presidente haitiano en 2021, lo hizo pese a las protestas de amplios segmentos de la población, pero con el apoyo total del gobierno del presidente estadounidense Joe Biden.
Ahora, casi tres años después, el control del poder de Henry pende de un hilo, y Washington enfrenta decisiones aún más difíciles mientras busca evitar que el país caiga en la anarquía.
«Lo arruinaron totalmente», dijo James Foley, diplomático jubilado y exembajador de Estados Unidos en Haití, en una entrevista sobre el apoyo del gobierno de Biden a Henry. «Ellos llevaron la situación hacia su propia perdición. Es el fruto de las decisiones que tomamos«.
El atribulado primer ministro salió de Haití hace 10 días y desde entonces ha recorrido el mundo —de América del Sur a África hasta Nueva York y ahora en Puerto Rico— guardando silencio mientras trata de negociar una vuelta a casa que parece cada vez más improbable.
El vacío de poder se ha exacerbado por el retiro casi completo de la policía de instituciones clave del Estado y por la fuga masiva de cientos de asesinos, secuestradores y otros criminales violentos de las dos prisiones más grandes del país, ocurrida el fin de semana.
El jueves, Haití seguía paralizado después de otra noche de ataques contra estaciones de policía y otros objetivos por parte de grupos armados que han prometido obligar a Henry a renunciar. El primer ministro interino, que ocupa el puesto de Henry mientras éste se encuentra en el extranjero, impuso un poco respetado toque de queda nocturno hasta el domingo.
El objetivo principal del grupo es reemplazar a Henry con un comité supervisado, compuesto por tecnócratas no políticos, para restaurar el orden y preparar el camino para las elecciones. Pero hasta ahora, Henry, que ha prometido repetidamente realizar elecciones, no ha mostrado ninguna disposición a ceder el poder.
Mientras estaba en Guyana la semana pasada para una reunión de líderes caribeños, retrasó una vez más la que sería la primera votación en Haití en una década, posponiéndola hasta mediados de 2025.
«Ha sido todo un mago en términos de incompetencia e inacción», dijo Clesca. «Y a pesar de todo, Estados Unidos se ha mantenido a su lado. Ha sido su principal facilitador».