Alberto Castillo, exjugador de Grandes Ligas y receptor de las Águilas Cibaeñas tuvo claro desde niño su amor por el béisbol, deporte en el cual desarrollo una prolífera carrera.
Para el oriundo de Las Matas de Farfán, provincia San Juan, otro punto que tiene definido en esta etapa de su vida es su deseo de ayudar a los niños en los entrenamientos que ejecutan para convertirse en grandes peloteros de la Medio League Béisbol (MLB), como tantos dominicanos lo han logrado.
Ese deseo de ayudar «a los jóvenes» en este camino lo está logrando en la Academia La Javilla, presidida por John Carmona. El papel que desempeña en el terreno lo define como más que «satisfactorio» por múltiples motivos.
“Me gusta enseñar”
«Mi satisfacción va más allá de yo ver el progreso de cada uno de los chicos, me gusta enseñar, ver a los pequeños haciendo las cosas bien», acota.
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Sobre su forma de dar lecciones, Castillo refiere que le gusta hacer las cosas de forma correcta, «para que ellos puedan entender y aprender el sistema del béisbol en cuanto a sus fundamentos»
«Por ejemplo, desde temprana edad yo nunca tuve una persona que me dijera o indicara cómo se pisa una base o saber cuántos outs hay «, indica.
Dijo que existen muchos niños de 12, 13 y 14 años que practican béisbol y todavía no saben sobre las posiciones que cada jugador desempeña en el juego. Y ese es el rol que le gusta desempeñar: mostrarles a esos pequeños el camino a seguir de la manera adecuada para que puedan lograr sus sueños de ser grandes jugadores de béisbol.
Resaltó la calidad del trabajo que están realizando con los muchachos en la Academia, define La Javilla, como «una de las mejores academias que existen en el país ahora mismo. Su desarrollo, desde que comienza el niño desde los 4 o 5 años, es muy bueno».
Dijo que en la academia tienen «pequeñas liguitas» para comenzar a preparar a los pequeños desde que los padres descubren ese amor y talento que tienen para el béisbol.
También indica los motivos que tuvo para desempeñar ese rol que tanto le gusta en esta academia.
«Decidí ir a La Javilla por causa del aprendizaje que se lleva a cabo en la academia. Voy a cumplir casi cinco años ya y vi crecer a Armando Cruz, Luis Ravelo, Onil Pérez, Mel Rosario y un sin número de peloteros que ya han cursado el profesionalismo y ya están fuera de dicha academia y todavía hoy está jugando béisbol», detalla.
Tiene fe en que saldrán grandes jugadores
“Mi satisfacción va más allá de ver el progreso de esos pequeños, llegué con mi hijo Marcos Castillo desde los 11 años a la liga de La Javilla y ya hoy está en un lugar donde todo niño quiere cumplir su sueño”, agrega.
El exjugador de Grandes Ligas estima que esta academia es un lugar en el cual los niños pueden ejercer sus prácticas de la forma correcta y formada en valores. Tiene fe en que saldrán grandes profesionales del deporte del guante y la pelota por el talento que observa en sus miembros.
Entiende que su propietario, John Carmona, tiene una facilidad extraordinaria para hacer su trabajo y que es un gran ser humano.
«Creo que el personal que tiene es muy responsable, entonces yo decidí ser parte de esa gran familia que es John Carmona y La Javilla», subrayó.
Dijo que tanto él como su esposa Yahely Castillo están muy agradecidos de Carmona.
«Estamos esperando seguir produciendo peloteros para esta gran franquicia, donde es un lugar muy acogido por muchas personas», resaltó Castillo.
“Se les enseña de la manera correcta”
En cuanto al entrenamiento que reciben los menores en la academia, Castillo aseguró que es el más adecuado y muy sano.
«Se enseña de la manera correcta y eso es lo que quiere un padre para su hijo, que se le enseñe de la mejor manera a como practicar el béisbol», expresa.
Destaca que en su caso particular tiene como norma mostrarles a los jugadores que siempre hay que tener dos planes: el A y el B.
«El plan A para mí sería sus estudios, que estudien para que mañana sean hombres de bien y que puedan ayudar al país. En cualquier área que deseen aprender en este deporte, no es nada fácil, pero que no se rindan», indica.
Aconseja a los jugadores a respetar a sus padres, a practicar fuerte, mantenerse alejados de los vicios, «porque el que tiene vicio no alcanza ninguna meta».
«Pero sobre todo que tengan disciplina, porque eso los lleva a lograr altos renglones», abunda.
Que se comporten como seres humanos y que sigan batallando en todo lo que sea un objetivo, que tengan metas, son otros de los valores que Castillo infunde a los pequeños jugadores. Para él la formación humana y profesional van unida y así se logra un jugador integral, como está exigiendo ahora la MLB.
Un hombre amante de la familia
El receptor de las Águilas Cibaeñas y quien comenzó a jugar desde los siete años se define como un hombre humilde, responsable, honesto y cariñoso. Dice que le gusta pasar el tiempo en familia y que le gusta jugar dominó, “creo que la familia es lo más importante y después de eso agradecerle mucho a Dios por la oportunidad que nos da de levantarnos cada día y llegar a hacer el trabajo que más anhela, que es enseñar.
Sobre sus inicios, Castillo recuerda que en su natal Las Matas de Farfán practicaba los sábados y domingos en la liga de Tito Alcántara y que comenzó a practicar a los siete años, pero con un deseo inmenso de llegar lejos en el béisbol, lo cual Dios le dio la oportunidad de lograr.
Un tema que Castillo aborda sin tapujos es la falta de buenos receptores en la República Dominicana, situación que atribuye a que los buscones del país no tienen “esa persona clave” para que los ayuden a desarrollar peloteros en el área de receptoría.
“Ahora mismo la academia de John Carmona es la única de nuestro país que tiene hoy ocho cácher en la enseñanza mía como receptor”, dice y plantea que en el país hay mucho talento para la posición 2 del béisbol.
Su carrera en Grandes Ligas
Alberto Terrero Castillo jugó de 1995 a 2007. Para los Mets de Nueva York (1995-1998= Cardenales de San Luis (1999); Azulejos de Toronto (2000-2001); Gigantes de San Francisco (2003); Reales de Kansas City (2004-2005); Atléticos de Oakland (2005), y Orioles de Baltimore (2007).
Su más larga permanencia en un equipo fue con los Mets de Nueva York, en el cual jugó por cuatro temporadas.
Durante su tiempo con los Mets, Castillo ayudó a finalizar uno de los partidos sin anotaciones más largo de un opening day en la historia de las Grandes Ligas.
El 31 de marzo de 1998, Castillo bateó un sencillo al jardín derecho, con dos outs, como bateador emergente con las bases llenas en la parte inferior de la 14.ª entrada para ayudar a los Mets a vencer a sus rivales divisionales los Filis de Filadelfia 1-0 en el Shea Stadium.
Sus números
En una carrera de doce temporadas, Castillo ha publicado un promedio de bateo de .220 con 12 jonrones y 101 carreras impulsadas en 418 partidos jugados.