Científicos estadounidenses dicen que han descubierto qué causó que miles de soldados que sirvieron en la Guerra del Golfo de 1991 se enfermaran con síntomas misteriosos.
Han responsabilizado al agente nervioso sarín, que se liberó en el aire cuando bombardearon depósitos de armas químicas iraquíes.
Muchos veteranos se han quejado de una variedad de síntomas debilitantes que se desarrollaron después de su servicio en Irak.
Pero durante décadas la causa del Síndrome de la Guerra del Golfo ha permanecido esquiva.
El sarín suele ser mortal, pero el doctor Robert Haley, quien lideró la investigación sobre lo ocurrido, dijo que el gas al que los soldados estuvieron expuestos en Irak estaba diluido y, por lo tanto, no era fatal.
«Pero era suficiente para enfermar a las personas si estaban genéticamente predispuestas a enfermarse», apuntó.
Haley dijo que la clave para saber si alguien se enfermó fue un gen conocido como PON1, que juega un papel importante en la descomposición de sustancias químicas tóxicas en el cuerpo.
Su equipo encontró que los veteranos con una versión menos efectiva del gen PON1 tenían más probabilidades de enfermarse.
El estudio reciente, financiado en gran parte por el gobierno de EE.UU., involucró a más de 1.000 veteranos estadounidenses de la Guerra del Golfo seleccionados al azar.
Haley, quien trabaja en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, dijo: «Este es el estudio más definitivo. Creemos que resistirá cualquier crítica. Y esperamos que nuestros hallazgos conduzcan a un tratamiento que alivie algunos de los síntomas», dijo.
Muchos casos británicos
Más de 50.000 soldados británicos sirvieron en la guerra que se produjo tras la invasión de Kuwait por el presidente iraquí Saddam Hussein.
La Legión Real Británica dijo que la investigación sugiere que hasta 33.000 veteranos de la Guerra del Golfo del Reino Unido podrían estar viviendo con el síndrome y 1.300 reclaman una pensión de guerra por condiciones relacionadas con su servicio en el Golfo.
Durante las últimas tres décadas, los veteranos dicen que han luchado para que su enfermedad se tome en serio.
Antes de la guerra, Kerry Fuller de Dudley, en la región de West Midlands, era un joven de 26 años que se mantenía en buena forma, le encantaba escalar e iba al gimnasio varias veces a la semana. Ahora cada día libra una batalla simplemente para levantarse de la cama.
A la edad de 40 años, tuvo un derrame cerebral. Ahora, con 58 años, dice que tiene un dolor muscular y articular tan insoportable que grita tan fuerte cuando se mueve en la noche que despierta a toda su familia. Sufre problemas de equilibrio, memoria y habla.
«Incluso cuando todavía estaba en el ejército, sufría enfermedad tras enfermedad, problemas respiratorios, fatiga crónica», dijo.
«Y cuando cuestioné si podría tener algo que ver con mi servicio en el Golfo o a lo que estábamos expuestos, la respuesta fue ‘estás diciendo tonterías, no hay evidencia. Dos paracetamol. Apúrate’», agregó.
Sin respuestas positivas
La Asociación Nacional de Veteranos y Familias del Golfo, una organización benéfica que trabaja con exsoldados británicos que están enfermos, celebró la realización del estudio.
«Durante 30 años ellos han sido repudiados, ignorados y mentidos por gobiernos consecutivos, sin respuestas positivas a sus preguntas sobre la exposición a sustancias y gases tóxicos y el efecto que tuvo en ellos tanto física como mentalmente», dijo en un comunicado.
«Esperamos que el gobierno del Reino Unido tenga en cuenta este informe y responda ofreciendo a los veteranos del Golfo acceso/oportunidad de hacerse las pruebas. Con suerte, esto conducirá a un tratamiento médico más significativo y adecuado que se les ha negado durante demasiado tiempo», agregó.
El Ministerio de Defensa británico dijo: que»seguimos monitoreando y dando la bienvenida a cualquier nueva investigación que se publique en todo el mundo y el apoyo financiero está disponible para los veteranos cuya enfermedad se debe al servicio a través de las Pensiones de Guerra del Ministerio de Defensa y los planes de pensiones ocupacionales de las Fuerzas Armadas».
Pero la Legión Real Británica dijo que ha habido «pocas investigaciones significativas» sobre el Síndrome de la Guerra del Golfo en Reino Unido.
El profesor Randall Parrish, de la Universidad de Portsmouth, publicó un estudio el año pasado que descartaba el uranio empobrecido como causa.
«Creo que este es un gran ejemplo de un problema que ha requerido un esfuerzo a largo plazo para resolver, pero en el que solo unos pocos científicos han persistido; otros se dan por vencidos y asumen que no es una enfermedad real o demasiado compleja de resolver; y las agencias de financiación no quieren meterse demasiado en la política que eso implica», señaló.