La invasión rusa de Ucrania ha sido una llamada de atención para Taiwán. Todos los días aparecen imágenes de destrucción en las pantallas de televisión taiwanesas. Nos recuerdan el potencial futuro de Taiwán.
Los presentadores de los programas nocturnos de Taipei, la capital, han pasado de hablar de cotilleos políticos a analizar las tácticas militares y a rumiar cómo se desarrollará la guerra en Ucrania, y qué significa todo ello. Ese lejano conflicto ha llamado la atención sobre la amenaza existencial a la que se enfrenta Taiwán.
Bajo el mando del secretario general Xi Jinping, el Partido Comunista Chino (PCC) ha reforzado sistemáticamente sus fuerzas armadas y se ha preparado para un ataque a Taiwán. El gobierno de la isla, sus fuerzas armadas y sus ciudadanos también deben prepararse. Después del 20º Congreso del PCC de este año en Beijing, que se espera que se celebre en noviembre, existe una posibilidad muy real de que se produzca un fuerte aumento de la agresión hacia Taiwán.
El legado de Xi es una de las razones. Ha promulgado objetivos grandiosos para el PCC y ha modificado fundamentalmente la forma en que China se relaciona con el mundo. Sin embargo, aún no ha conseguido un logro de una magnitud tal que pueda fijar su legado junto al de líderes supremos como Mao Zedong y Deng Xiaoping. Xi podría intentar una hazaña que ningún otro líder del partido ha conseguido nunca: conquistar Taiwán.
Beijing es cada vez más poderoso, agresivo e ideológicamente hostil, y no es ningún secreto que Xi y la élite del PCC quieren anexionarse Taiwán.
La cuestión es cuándo y cómo. La fuerza militar sigue siendo una opción. Xi inició una reforma masiva del Ejército Popular de Liberación (EPL) que permitirá a los soldados chinos ejecutar mejor las operaciones conjuntas -que implican al ejército, la fuerza aérea y la marina actuando juntos- contra Taiwán.
Xi ha ordenado a la industria de defensa china que fabrique armas específicamente diseñadas para impedir que las fuerzas estadounidenses intervengan en ayuda de Taiwán o de otros aliados en la región.
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Estas armas incluyen misiles balísticos y de crucero cada vez más precisos y letales, sistemas integrados de defensa aérea y armas antisatélite, todo ello respaldado por un arsenal de armas nucleares en rápido crecimiento.
A medida que el EPL evoluciona, las intenciones del PCC parecen cada vez más claras. Aunque Xi esté dando prioridad a otras opciones, como intimidar y aislar a Taiwán, una vez que el EPL esté preparado para una invasión, la decisión de Xi de lanzarla podría producirse sin apenas aviso.
El aumento de las fuerzas armadas chinas no es el único problema al que se enfrenta Taiwán. Taiwán ha tenido problemas para avanzar en sus objetivos de seguridad nacional por una serie de razones internas.
Entre ellos, los problemas de estrategia militar y orientación de la defensa, la percepción de la amenaza, la formación y el reclutamiento militar y las relaciones entre civiles y militares, por nombrar sólo algunos.
Ahora es el momento de repensar la defensa nacional de Taiwán en su totalidad. La invasión rusa de Ucrania ha alterado el pensamiento tradicional sobre la eficacia de las estrategias militares convencionales.
Ha puesto de manifiesto las deficiencias y vulnerabilidades de las grandes plataformas de armas. También ha revelado las ventajas de las armas móviles y precisas en el campo de batalla. Los acontecimientos han demostrado que la guerra asimétrica, en la que un combatiente intenta frustrar las fuerzas de un oponente más poderoso, puede defenderse de la invasión. Taiwán debería aplicar plenamente una estrategia de defensa verdaderamente asimétrica.
Taiwán planifica partiendo de la base de que la amenaza de China se manifestará probablemente de dos maneras: mediante la coerción y/o la invasión.
La coerción incluye la agresión convencional y no convencional patrocinada por el Estado por debajo del umbral de la guerra total. Incluye la intensificación de la intimidación militar en los cielos y mares de Taiwán, mediante incursiones y ejercicios con fuego real alrededor de sus aguas territoriales y su espacio aéreo, por ejemplo. Esta intimidación ya se produce a diario.
En una invasión, el EPL trataría de destruir el gobierno y ocupar el territorio de Taiwán en su totalidad. Es fundamental que Taiwán reconozca la existencia de ambas amenazas y desarrolle las correspondientes contramedidas. Pero podría decirse que el país está menos preparado para la invasión que para la coerción.