Roma.- Extracción de minerales, pesca indiscriminada, depósito de residuos… los océanos concentran un PIB de 2,5 billones de dólares que los convertiría, en caso de ser un país, en la séptima economía mundial, aunque “excesivamente desregularizada”, alerta Francesca Santoro, responsable de educación oceánica de la ONU.
“Es una economía sin regulación o, al menos, regulada únicamente a nivel sectorial”, señala Santoro, miembro de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, en una entrevista con EFE desde las oficinas de la organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en Venecia (norte de Italia).
La función de la inmensa masa de agua que ocupa el 71 % de la tierra es esencial para el clima y el bienestar humano, pero también constituye una parte cada vez más importante de la actividad productiva.
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La “economía azul” genera millones de puestos de trabajo, entre los que solo el sector alimentario emplea a 237 millones de personas. Sin embargo, muchas de las actividades económicas que suceden en el agua son invisibles.
“El océano es principalmente todo lo que pasa bajo la superficie, y como los seres humanos no lo vemos es como si no existiera”, indica Santoro con motivo del Día Mundial de los Océanos, que la UNESCO celebra este jueves para sensibilizar sobre la importancia de los mares, pero también de sus amenazas.
La minería submarina, un novedoso proceso de extracción mineral, es uno de los riesgos más apremiantes y, a la vez, desconocidos, que ilustra a la perfección la importancia creciente de los mares en la producción mundial.
“Minerales como el cobalto, el níquel y el manganeso son muy necesarios en la industria tecnológica y han comenzado a ser extraídos del mar, donde hay grandes cantidades, pero sabemos muy poco de sus efectos”, apunta.
La técnica aún no está regulada aunque es muy cotizada entre las grandes industrias, que pueden escapar de la soberanía de los países en aguas internacionales, una especie de “far west” en el fondo oceánico al que no llegan los humanos.
Para la experta de la UNESCO, el hecho de que países como Francia, España, Canadá y Chile hayan pedido una moratoria para la minería submarina, que exige pausar toda explotación hasta que la investigación avance, demuestra que los océanos reciben cada vez más atención también de los reguladores. Un interés que despertó gracias a la campaña contra los residuos plásticos y gracias a la cual, según Santoro, el cuidado de los mares pasó a ocupar más espacio en la conversación pública.
“Ver cómo los plásticos afectan a animales tan populares como tortugas, ballenas o aves marinas… fueron imágenes que realmente golpearon la conciencia de los ciudadanos y cambiaron la percepción desde abajo”, analiza.
A raíz de ese movimiento, la Unión Europea (UE) aprobó una directiva contra los plásticos de un solo uso, una directriz pionera que sirvió de precursora para el movimiento más ambicioso hasta la fecha- el Tratado Global de los Océanos, aprobado en Naciones Unidas este año tras casi dos décadas de debate.