La destacada voleibolista, integrante de las Reinas del Caribe, pondera que el nacimiento de su hijo nunca supuso el final de su carrera y que más bien constituyó un impulso para seguir adelante
Ser una deportista de alto rendimiento no es tarea fácil ni se resume simplemente en un partido o entrenamiento, sobre todo si se es mujer.
Detrás de los puntos conseguidos por un saque, bloqueo, remate y por cada victoria, hay una luchadora sacrificada que todas las mañanas despierta con un objetivo por cumplir y decidida a sacar su hijo adelante.
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Bethania de la Cruz, salidora de la selección nacional de voleibol conocida como las “Reinas del Caribe”, es una mujer dedicada y firme que posee un gran amor por el deporte que ha elevado a nivel mundial.
Sin embargo, en su vida existe un amor que va más allá de los entrenamientos y partidos. Y ese es su hijo Fer Isaías Mejía.
Desde su nacimiento, Bethania ha demostrado que su mejor regalo es su niño, y tomándolo como impulso se ha comprometido a dejar una huella con relación al papel de las mujeres madres en el deporte.
De la Cruz es parte del equipo regular dominicano en el voleibol femenino y ha estado presente en los más recientes logros del sexteto, como las conquistas de medallas de oro en Juegos Centroamericanos y Panamericanos, así como en competencias internacionales propias de la disciplina.
Ser madre siempre fue un deseo de Bethania, aunque cuenta que la llegada de su hijo se produjo en un momento inesperado porque no lo buscaba. Pero a la vez “ha sido mi mayor bendición”.
Convertirse en madre es una etapa muy importante en su vida, precisa Bethania, y de ninguna manera supuso el final de su carrera deportiva. Por el contrario, le dio más impulso, un mayor compromiso y le hizo ver la etapa maravillosa de la mujer al ser madre.
“Fer me enseñó lo que es la vida fuera de la cancha de voleibol, yo trabajo para que nunca le falte nada y trato de ser un ejemplo para él”, dice.
De la Cruz ha sido defensora activa de la importancia de las madres en el deporte y advierte que no es fácil ser atleta de alto rendimiento “después que Dios nos da el sagrado don de la maternidad, ya que, en ambas condiciones, la demanda es cada vez mayor”.
La madre y atleta expresa la felicidad que siente de tener una relación basada en el respeto y el amor con su hijo, quien a la fecha tiene 13 años. “Nosotros conversamos, nos divertimos, pero cuando tengo que corregirlo, él me entiende y lo mejor es que asimila mis consejos y acepta la corrección”.
Valora el apoyo que recibe de su familia, que le ayuda en la educación y el cuidado de Fer Isaías, cuando sale del país a representar a la República Dominicana, lo mismo que cuando el compromiso es local.
“Realmente me siento satisfecha con ellos por toda la ayuda y apoyo que me han dado desde el día uno”, expresa con sentido de gratitud.
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Relata que, aunque esté lejos, siempre está atenta a muchas cosas de Fer Isaías, “que son a veces simples, pero que también son importantes en la relación de madre e hijo”.
“He aprendido a saber diferenciar y cuando estoy en la cancha, me concentro en el juego, en lo que tengo que hacer, pero también cuando estoy con Fer, le doy lo mejor de mí y le brindo tiempo de calidad”, afirma la potente rematadora de las Reinas del Caribe.
De la Cruz asegura que seguirá dando lo mejor de ella y siendo un ejemplo para su hijo, quien entró a la adolescencia, y que en su opinión es una etapa difícil, pero que “si le pone atención se puede llevar bien”. Define a su vástago como “bueno, obediente y dedicado”. Al conversar con El Nacional, afirma que Fer Isaías práctica deporte desde que lo tuvo en el vientre.
UN APUNTE
Siempre juntos
En cada partido en que participa utiliza un protector en los dedos con el nombre de su hijo.